Ya sea llegando desde Mazarredo, la Gran Vía o la Plaza del ensanche, los Jardines de Albia reciben al paseante necesitado de un poco de verde. Realmente ofrecen solo "un poco", puesto que son bastante pequeños (en realidad corresponden al espacio de una manzana de casas que no se llegó a hacer).
Entre los árboles se encuentra un bello edificio ecléctico que alberga la famosa cafetería Jardines. Si uno levanta la vista hacia arriba podrá contemplar una especie de emplasto rojo que te observa con soberbia. La cosa se vuelve más extraña si se mira al fondo y se ve una cúpula. A pesar de que la fachada es idéntica en ambos lados, el tejado se carga la simetría ¿Porqué no pusieron otra cúpula ahí? Lo triste es que realmente aquella cúpula existió.
Después de la guerra civil Bilbao aumentó su población a toda leche a costa de la industrialización. Hacía falta dar alojamiento a mucha más gente, por lo que se derribaron muchos edificios y otros curiosamente, se ampliaron. Al parecer, la mayoría de las casas del ensanche se construían con unos cimientos capaces de soportar más peso del pensado originalmente (en Bilbao somos sobrados hasta para cimentar). Tras "desmochar" un sinfín de tejados de la zona, se les añadían otros dos o tres pisos y así podía meterse a más gente en la misma manzana ¡Que ingenioso! Pero que poco respetuoso.
Muchos edificios perdieron así su forma original y entre ellos se encuentra este grupo de viviendas que salió perdiendo con el cambio. Diseñado en 1896 por Domingo Fort, maestro de obras y propietario del solar, este gran edificio de viviendas tenía originalmente un aspecto mucho más simétrico con una cúpula a cada lado de la fachada. Sin embargo, algún iluminado decidió darle piqueta a una de las cúpulas dejando al edificio deforme.
Realmente reconstruir la cúpula no ha sido muy difícil: Ya que la de la derecha sigue intacta, solo ha hecho falta sacarle una foto e integrarla en el otro lado, así como reconstruir el tejado en buhardilla.
Realmente el edificio sería mucho más armónico manteniendo ambas cúpulas, pero el destrozo podría haber sido peor. Si cuando pasas por allí tapas el tapón rojo con la mano, seguirás disfrutando del edificio tal y como era. O casi.
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