martes, 10 de mayo de 2016

Escuelas de Cervantes



En Bilbao hay un buen puñado de colegios públicos donde los mocosos se pelan las rodillas, juegan al fútbol y de paso, aprenden algo. La verdad es que tenemos tantos colegios públicos que si uno anda 20 minutos podrá pasar por delante de varios sin darse ni cuenta. El colegio Cervantes es uno de estos centros. Se trata de un edificio que disimula su sobriedad con un alegre tono anaranjado y unos relieves del escritor que vigilan a los churumbeles desde una cornisa.

Aparte de esto, el edificio no llama especialmente la atención, excepto por una especie de tejavana de establo que protege de la lluvia el patio de la azotea. Lo triste precisamente es eso: que no hay nada reseñable del edificio. Mirando algunas fotografías viejas encontré algunas dedicadas a los múltiples colegios de Bilbao y me llamó la atención un elegante colegio de aspecto francés. Tardé un rato en darme cuenta de que aquel edificio era el colegio Cervantes.



En 1898 el ayuntamiento de Bilbao comenzó un plan para construir una serie de escuelas para párvulos que nos ha dejado la mayoría de los centros públicos de estilo clásico de Bilbao: el Felix Serrano en la Casilla, el Colegio Múgica en el Casco viejo, el Viuda de Epalza en Tívoli... 
Todos estos se han mantenido más o menos intactos, al menos por fuera. Sin embargo nuestro querido colegio Cervantes no corrió la misma suerte.

Diseñado en 1905 por Gregorio Ibarreche, autor del palacio de Ibaigane (la actual sede del Athletic), el colegio estaba concebido como dos "casitas" puestas a largo de la calle Lersundi que se unían entre si por una hilera de ventanas. Formando un ángulo recto, otra hilera de ventanas prolongaba la fachada por la calle Heros. Curiosamente el colegio no tenía patio ¡Que inhumano! A modo compensación le añadieron un salón de juegos en el interior. 


El colegio fue diseñado originalmente como escuela para parvulitos, por lo que no es de extrañar que si empezó a dar clase a niños de más edad, pronto faltase el espacio y hubiera que ampliar. Se tiraron los tejados y se le añadieron otros dos pisos, eso si, bastante bien integrados con respecto al original. Esto se debe a que la reforma la realizaron tan solo un par de décadas después de que se inaugurara.  


Hay que decir que aunque se solucionaron algunas carencias del diseño original (añadiéndole más ventanas para dar más luz, aumentando el número de aulas y haciendo menos ratoniles los tragaluces del sótano) y que el añadido no es del todo destructivo, la ligereza de la fachada original no se mantuvo y la pérdida de los tejados fue toda una cagada. 

Utilizando el tejado de un edificio de viviendas de la zona, recortando los pisos añadidos, tapando el ventanal y bajando el frontón de estilo griego que antes estaba más cerca de la cornisa he devuelto de manera aproximada el aspecto original del edificio. Es una pena, ir al cole es una experiencia más diver si tu colegio tiene un aire a casa encantada. 


lunes, 2 de mayo de 2016

Buhardilla en los Jardines de Albia



Ya sea llegando desde Mazarredo, la Gran Vía o la Plaza del ensanche, los Jardines de Albia reciben al paseante necesitado de un poco de verde. Realmente ofrecen solo "un poco", puesto que son bastante pequeños (en realidad corresponden al espacio de una manzana de casas que no se llegó a hacer).

Entre los árboles se encuentra un bello edificio ecléctico que alberga la famosa cafetería Jardines. Si uno levanta la vista hacia arriba podrá contemplar una especie de emplasto rojo que te observa con soberbia. La cosa se vuelve más extraña si se mira al fondo y se ve una cúpula. A pesar de que la fachada es idéntica en ambos lados, el tejado se carga la simetría ¿Porqué no pusieron otra cúpula ahí? Lo triste es que realmente aquella cúpula existió. 


Después de la guerra civil Bilbao aumentó su población a toda leche a costa de la industrialización. Hacía falta dar alojamiento a mucha más gente, por lo que se derribaron muchos edificios y otros curiosamente, se ampliaron.  Al parecer, la mayoría de las casas del ensanche se construían con unos cimientos capaces de soportar más peso del pensado originalmente (en Bilbao somos sobrados hasta para cimentar). Tras "desmochar" un sinfín de tejados de la zona, se les añadían otros dos o tres pisos y así podía meterse a más gente en la misma manzana ¡Que ingenioso! Pero que poco respetuoso.


Muchos edificios perdieron así su forma original y entre ellos se encuentra este grupo de viviendas que salió perdiendo con el cambio. Diseñado en 1896 por Domingo Fort, maestro de obras y propietario del solar, este gran edificio de viviendas tenía originalmente un aspecto mucho más simétrico con una cúpula a cada lado de la fachada. Sin embargo, algún iluminado decidió darle piqueta a una de las cúpulas dejando al edificio deforme. 


Realmente reconstruir la cúpula no ha sido muy difícil: Ya que la de la derecha sigue intacta, solo ha hecho falta sacarle una foto e integrarla en el otro lado, así como reconstruir el tejado en buhardilla.
Realmente el edificio sería mucho más armónico manteniendo ambas cúpulas, pero el destrozo podría haber sido peor. Si cuando pasas por allí tapas el tapón rojo con la mano, seguirás disfrutando del edificio tal y como era. O casi.



martes, 26 de abril de 2016

Viviendas de Tomás de Allende y Alonso



Todos los días cientos de transeuntes pasan frente a la tienda que la marca Sfera tiene en la Plaza Moyua. Al ser lugar de paso y además lugar habitual de derroche, el edificio que alberga el establecimiento se conoce popularmente como el " edificio de Sfera". Se trata de un bloque de oficinas de aspecto cuadriculado de mármol, acero y vidrio que sobresale frente a un pequeño edificio de viviendas al que parece intimidar.

El "edifcio de Sfera"es uno de los múltiples empastos modernos a los que fue sometida la Plaza Moyua con idea de renovar su imagen. Por desgracia, actualizar la plaza nos salió por un ojo de la cara, ya que perdimos edificios preciosos que jamás podremos recuperar. Por suerte, algunos aun pueden adivinarse si uno le pone ingenio,


A principios del siglo XX la Plaza Moyua era aun un círculo indeterminado en el que convivían los nuevos edificios residenciales del ensanche con los viejos caseríos de Abando. Las nuevas viviendas eran construidas en su mayoría por industriales que querían meterse en el negocio inmobiliario y de paso embellecer la ciudad contratando a arquitectos de renombre. 

Tomás de Allende y Alonso, un empresario del carbón, compró el solar con la idea de levantar un lujoso bloque de viviendas. Tan lujosos eran estos apartamentos que cada uno de ellos ocupaba una planta entera. Y con ascensor, que no falte. 

El edificio fue diseñado por el arquitecto Leonardo Ruacabado, que llenó Bilbao de edificios de gran belleza de los que han sobrevivido pocos. 


El edificio diseñado por Ruacabado abarcaba esta esquina de la Plaza Moyua pero se extendía además por la calle Elcano. Como podéis ver, era todo un casoplón. La esquina entre plaza y calle se remataba con un chaflán en torre que dialogaba con un mirador acabado en cúpula. Esto le daba al edificio un toque modernista y desde luego, mucha personalidad. 

A pesar de que perdimos esta curiosa esquina, analizando los planos originales del edificio descubrí que la parte que daba a la calle Elcano seguía en pié. La decoración de la fachada era tan parecida a la de la esquina que decidí reconstruirla. 


Manos a la obra. Tras eliminar el "edificio Sfera" integré un trozo de la fachada que ha sobrevivido. Además he añadido el tejado de la torre y la cúpula del mirador. Aunque no se trata de una reconstrucción exacta, creo que consigue reflejar el carisma y elegancia que daban estas torrecillas a la plaza. 




miércoles, 20 de abril de 2016

Casa de Julio Saracíbar


Si uno pasa por el cruce de Ercilla con Henao podrá ver una mole gris y autoritaria que vigila la calle con un tono severo. En forma de V y haciendo una esquina redonda, en su azotea se descubre un intento surrealista de templo griego.

Ese edificio ha captado mi interés desde que era niño, al menos por lo estrafalario de su aspecto y el cierto encanto rancio que desprendía, pero jamás pensé que pudiera tener mayor interés hasta que un día descubrí una placa colocada sobre el portal. Se trata de una placa negra con letras doradas que reza "Primer edificio del ensanche, construido en 1878".

Durante mucho tiempo pensé que si aquel era realmente el primer edificio del ensanche lo habían empezado con el pie izquierdo ¡Porque hay que ver lo feo que es! Lo que yo no sospechaba es que la pinta de este edificio no siempre había sido la misma.


Dio la casualidad que un día encontré una foto antiquísima en la que se podía ver un pequeño edificio unifamiliar y cuadrado de dos plantas rodeado de césped. Parecía un simple chalet al estilo francés (o estilo Hòtel Particulier) que levantaba la burguesía de finales del XIX. Al fijarme me llamó la atención la especie de torrecilla anexa que salía por uno de los vértices. No podía creer que aquella torrecilla fuese exactamente la misma que hoy hace esquina entre Ercilla y Henao


Según el artículo Los indianos y la construcción del ensanche de Bilbao de Maite Paliza Monduate, aquel chalecillo fue construido por el arquitecto Julio Saracíbar, que decidió en 1878 construirse  un estudio en medio de la más absoluta nada que era por aquel entonces Abando. Este estudio, que como decía la placa, fue el primer edificio del ensanche, sufrió dos transformaciones que le fueron añadiendo volumen: una en 1896 cuando le dieron un toque más señorial alargando la fachada y otra en 1946, cuando lo convirtieron en el espantajo que es hoy en día.


Lo irónico de todo esto es que el edificio original aun puede adivinarse bajo la mole de hormigón. Así surgió mi duda ¿Como sería esta misma esquina si el edificio siguiera igual?
En la reconstrucción he eliminado las dos ampliaciones y he recuperado la valla que rodeaba el jardín del estudio original. Aun rodeado de bloques de viviendas, esta sería sin duda una esquina con mucho encanto que desgraciadamente hemos perdido. Como curiosidad, el templete que se puede ver ahora en la azotea de la mole debió de ser parte del jardín del hòtel original.